Historias de una Puerta

Érase una vez una puerta sin pena ni gloria. Al menos para los de vista corta o pobres de espíritu, porque en realidad ella se sentía importante. Dejaba pasar hacia dentro y hacia fuera a muchas personas, a otras les impedía el paso, velaba por la seguridad de los duendes que moraban dentro, se enfrentaba al viento que en ocasiones azotaba su piel externa, protegía del frío que mandaba el invierno, del calor seco del verano y mantenía alejada la lluvia que las caprichosas nubes extremeñas descargaban sin reparar en a quién mojaban.

Un buen día, cansada de su aspecto insignificante y de que nadie la tuviera en cuenta, decidió abrirse un perfil en Facebook y lanzar el reto de que necesitaba dar vida a sus desvelos. Esta historia conmovió los corazones de un grupo de aprendices pintores, que deambulaban entre lienzos y botes de pintura siguiendo a su líder espiritual, una alquimista de la luz, el color y las sombras, y tras varias reuniones en donde el vino recortó los flecos, decidieron darle vida a la puerta.

Desde entonces, luce magnífica y orgullosa, y aguarda a quien quiera visitarla.

Mayo 2020

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